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Libros para descargar: literatura, lingüística y traducción.

La Facultad de Humanidad y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata ofrece un catálogo de libros para descargar gratis.

Aquí, algunos de ellos [hacer click en la imagen para descargar]

♦ Martínez, A. y Gagliardi, L. (coord.) (2014) Rutas de la lingüística en Argentina

Rutas de la

Indice
La ruta de la Gramática generativa. Una aproximación desde el trabajo desarrollado en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), por Nora Múgica.
La ruta de la Lingüística computacional. Su desarrollo en la Universidad Nacional de Rosario, por Zulema Solana.
La ruta de la Lingüística Indígena, por Ana Fernández Garay.
La ruta de la Lingüística Sistémico Funcional, por Ann Montemayor-Borsinger.
La ruta de la Lingüística aplicada a ELSE, por Adriana Boffi.
La ruta de la Sociolingüística, por Yolanda Hipperdinger.
La ruta de la Psicolingüística, por Adriana Silvestri
La ruta de la Etnopragmática, por Angelita Martínez .

♦ Cagnolati, B. (comp.) (2012) La Traductología. Miradas para comprender su complejidad

Traductologia-libro

Presentación, por Beatriz Cagnolati
¿Cómo definimos el concepto de traducción?, por Jovanka Vukovic.
Traductología: hacia el nacimiento de una “nueva” disciplina, por Beatriz Cagnolati.
Aproximaciones a la traducción desde una perspectiva lingüística, por María Luisa Fernández
Unidad de traducción, por Nelba Lema
El concepto de equivalencia, por Marina Menéndez
Significado, sentido y designación, por Ana María Gentile
Traducción y cultura, por Amalia Forte Mármol

♦ Basile, T. y Foffani, E. (comp.) (2014) Literaturas compartidas


Basile-Literaturas CompartidasIndice
Literaturas compartidas, por Teresa Basile y Enrique Foffani.
¿Por qué hay literatura y no más bien nada?, por Néstor García Canclini.
Sublimes tributos: la teoría y la crítica, por Fabricio Forastelli.
La dimensión poética de la subjetividad: un problema filosófico del siglo XX,  por Dardo Scavino.
Musigramas: el alcance y el valor de las inscripciones musicales
en la poética de Marcelo Cohen, por Miriam Chiani.
Julio Herrera y Reissig: modernismo, folclore y fronteras payadorescas, por Hebert Benítez Pezzolano
Adolfo Bioy Casares. Ciudades y experiencia: fotografía, literatura y cine, por Adriana Mancini
Películas de papel: cine y literatura en dos textos latinoamericanos de la década del veinte, por Miriam V. Gárate.

 

♦Basile, Teresa (comp.) Literatura y violencia en la narrativa latinoamericana reciente.

William Goyen traducido al español

William Goyen (1915-1983) es un escritor nacido en Trinity, Texas. Su narrativa, que refleja el áspero paisaje natal, escapa a calificaciones. Se lo ha relacionado con el gótico sureño y con el realismo mágico, pero creo que su prosa excede estos encasillamientos. En Argentina, Goyen fue traducido al español por Esther Cross. La editorial argentina  La Compañía publicó en 2007 La misma sangre y otros cuentos [The Faces of Blood Kindred. A Novella and Ten Stories, 1960] y Ángeles y hombres (2009). La misma sangre y otros cuentos también fue editado por Páginas de espuma (España) en 2011. En 2012 Seix Barral publicó Cuentos completos de William Goyen, compilación de traducciones de Esther Cross y Carlos Ribalta.

En el artículo «La soledad de los campos de algodón«, la traductora Esther Cross nos habla sobre Goyen y su literatura:

La violencia lo hechizaba. Quería escapar de “ese mundo medieval de terror”, donde vio un negro incendiándose por la calle, seguido por las bestias del Ku Klux Klan. Después iba a descubrir que “no podemos recobrarnos de nuestro lugar de origen” aunque escapemos. También iba a encontrar ese horror, extendido, en el mundo. Iba a verlo en la guerra y las ciudades. Trinity era el mundo condensado. Tuvo que irse para contarlo.

Además de las mencionadas, otras obras de Goyen que tienen traducción al español son:

  • Los fantasmas y la carne [Ghost and flesh], 1968, traducción de Carlos Ribalta, Lumen.
  • Arcadio [Arcadio], 1991, traducción de Celia Filipetto, Ediciones Versal.
  • La casa del aliento [The House of Breath], 1993, traducción de Celia Filipetto, Cátedra.

Algunos de los relatos de Cuentos completos de Goyen traducidos al español se pueden leer en línea en este enlace de Amazon.

Páginas de espuma permite leer o descargar el cuento «Preciada puerta». Click aquí.

Phillips, Robert, «William Goyen. The Art of Fiction No. 63» (entrevista),The Paris Review, N.° 68, invierno 1976.

Cross, Esther, «El gótico texano«, Página12, Buenos Aires, 24 de febrero de 2008.

Cross, Esther, «En la soledad de los campos de algodón«, Página12, Buenos Aires, 22 de julio de 2012.

Un fragmento del cuento  «The children» y su traducción al español:

Goyen-The children-Chicos de campo-traduccion comparada1

Cortázar, traductor

Cortázar, traductor. Primera parte.

«… ese extraño oficio fronterizo lleno al mismo tiempo de ambigüedades y de rigor.»
J. Cortázar

Obras traducidas por Julio Cortázar

1945

Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, editorial Viau. Reeditado por editorial Lumen en 1975 con el título Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe escritas por él mismo.

1946

Memorias de una enana [Memoirs of a Midget], de Walter de la Mare, editorial Nova

El hombre que sabía demasiado [The Man Who Knew Too Much], de G.K. Chesterton, editorial Nova

El inmoralista [L´Immoraliste], de André Gide, editorial Argos

El nacimiento de la Odisea [Naissance de l´Odyssee], de Jean Giono, editorial Argos

1947

La poesía pura [La Poésie pure], de Bremond Henri, editorial Argos

1949

La sombra de Meyerbeer, de Auguste de Villiers de L’Isle-Adam, Colección Cuadernos del Eco, N.° 5, editorial Gulab y Aldabahor

1950

Filosofía de la risa y del llanto, de Alfred Stern, editorial Imán

1951

La filosofía de Sartre y el psicoanálisis existencialista, de Alfred Stern, editorial Imán

Mujercitas, de Luisa M. Alcott, editorial Codex

Tom Brown en la escuela, de Thomas Hughes, editorial Codex

1952

La víbora, de Marcel Ayme, editorial Sudamericana

La vida de los otros, de Ladislas Dormandi, editorial Sudamericana

1953

Así sea o la suerte está echada [Ainsi soit-il ou les jeux sont faits], de André Gide, editorial Sudamericana

1955
Vida y cartas de John Keats [Life and letters of John Keats], de Richard Monckton Miles Houghton, editorial Imán, Buenos Aires
Memorias de Adriano [Mémoires d’Hadrien], de Marguerite Yourcenar, editorial Sudamericana

1956

Obras en prosa, Edgar A. Poe, editado por la Universidad de Puerto Rico en colaboración con Revista de Occidente

1966
Música en Buenos Aires, de Jorge d’Urbano, editorial Sudamericana

1968
Aventuras de Arthur Gordon Pym [The narrative of Arthur Gordon Pym], de Edgar Alan Poe, editado por Instituto del Libro, La Habana, en la colección Libros del pueblo

1972

Eureka [Eureka], de E. A. Poe, editado por Alianza

1973
Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe, escritas por él mismo, de Daniel Defoe, con prólogo de James Joyce, editado por Corregidor

1981

Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, editorial Bruguera

1982
Memorias de Adriano [Mémoires d’Hadrien], de Marguerite Yourcenar, editado por Edhasa

1983

Llenos de niños los árboles, de Carol Dunlop, editorial Nueva Nicaragua

Cortázar y el oficio de traductor

Julio Cortázar obtuvo el título de Profesor en Letras en 1935 y de traductor Público en inglés y en francés en 1948. Antes de radicarse en Francia, Cortázar ya había realizado traducciones en Argentina, durante su desempeño como responsable del gabinete de traducción, y para la revista literaria Leoplan (los nombres de los traductores no se publicaban en la revista, por lo que, hasta donde tengo conocimiento, no se han podido identificar las traducciones realizadas por Cortázar). Desde 1946 hasta 1951 se desempeñó como traductor en la Cámara Argentina del Libro. En 1954 tradujo para la Conferencia General de la UNESCO celebrada en Montevideo; en 1967 también traduciría para la Conferencia General que se desarrolló en Atenas. Sobre su selección como traductor en la UNESCO, Cortázar dijo:

Creo que sabes que en diciembre se llamó a examen en el mundo entero para llenar puestos permanentes de traductores en la Unesco y las Naciones Unidas, es decir en las sedes de New York, París y Ginebra. Nosotros no teníamos el menor interés en ser permanentes, es decir esclavos todo el año, pero tuvimos que dar examen pues las listas resultantes se tendrían en cuenta para contratar también a los temporeros. Bueno, se presentaron más de 600 candidatos, y el examen duró 3 días y fue bastante bravo. Tanto Glop [Aurora Bernárdez] como yo sabíamos que la experiencia nos iba a ayudar a figurar entre los veinte primeros, pues los textos que hubo que traducir eran altamente onusianos en el espíritu y en la letra. Pero lo que no creímos nunca es que al llegar a París nos enteraríamos de que yo ocupaba el primer puesto… y Aurora el segundo. […] Y ahora viene lo divertido. Nos ofrecieron puesto permanente a Glop o a mí (por reglamento no podemos entrar los dos), en París, Nueva York o Ginebra. Ya te imaginas nuestra respuesta: un no redondo y rotundo. Fíjate que con nuestra colocación, están obligados a contratarnos como temporeros cada vez que haga falta, y eso nos asegura por lo menos 6 meses de trabajo al año. Con eso nos arreglaremos para vivir.

De una carta a Eduardo Jonquières, 2 de junio de 1956 [fuente: http://paris.rutascervantes.es/ruta/cortazar/lugar/unesco]

 
Algunas notas sobre la traducción de Memorias de una enana, de Walter de la Mare

 

Cortazar-de la Mare-Memorias de una enanaI

Cortazar-de la Mare-Memorias de una enanaII

Editorial Nova publicó la traducción menos conocida de Cortázar: Memorias de una enana, de Walter de la Mare (1873-1956). No he encontrado información sobre las decisiones editoriales que llevaron a la publicación en Argentina de esta novela escrita en 1921. La traducción de Cortázar fue la única en español hasta que en 1988 Siruela editó la novela con traducción de María Luisa Balseiro, reeditada en 2002. Habrá que investigar la inserción de Walter de la Mare en el panorama de la literatura argentina. Un dato curioso es la mención de de la Mare en el prólogo que Adolfo Bioy Casares escribió en 1940 para la Antología de la literatura fantástica:

Deliberadamente hemos omitido: a E.T.W. Hoffmann, a Sheridan Le Fanu, a Ambrose Bierce, a M.R. James, a Walter de la Mare.

Abro un paréntesis para apuntar algunos datos sobre el escritor inglés Walter de la Mare. De la amplia producción del ensayista, novelista y poeta, son pocas las obras de Walter de la Mare que han sido traducidas al español y todas las traducciones han sido editadas en España. A continuación la lista, con los datos de año de edición, editorial y traductor:

La tía de Seaton y otros relatos (1987, Alfaguara, Francisco Torres Oliver)

La orgía, un idilio: un idilio (1988, Alfaguara, Francisco Torres Oliver)

Los músicos (1988, Debate, Mónica Fernández Rubio)

Los cuatro hermanos (1990, con una segunda edición en 1993, Debate, Mónica Fernández Rubio)

Señor pez (1998, Alba Editores, Elena Villalonga Serra)

Memorias de una enana (1988, Siruela, Colección Libros sin tiempo, María Luisa Balseiro Fernández-Campoamor)

Memorias de una enana (2002, Siruela, Colección El ojo sin párpado, María Luisa Balseiro Fernández-Campoamor)

Fuentes de información: Index Translationum y Base de datos de libros editados en España

 

 Continuará…

 

Puntuación en la literatura

Hay reglas y normas de ortografía y puntuación. Y la literatura suele jugar con ellas, desobedecerlas, revertirlas, transgredirlas. No se trata de errores  sino de elecciones voluntarias de los autores. Esta puntuación cero o semipuntuación en la literatura responde, muchas veces, a experimentos literarios o cumple una función lúdica en el texto. Varios escritores de narrativa han adherido a esta subversión de los signos que la historia de la escritura ha ido sistematizando.

Veamos algunos ejemplos:

El capítulo 18, el final, de Ulises de James Joyce es un monólogo interior de la señora Molly Bloom. Son varias páginas, ocho oraciones, ningún signo de puntuación. Aquí el caos de la enunciación refleja el vértigo y las diversificaciones del pensamiento de la protagonista.

En busca del tiempo perdido, de Proust, también desdeña los signos de puntuación.

José Saramago es otro de los escritores que se negaron a respetar, o jugaron con, los signos de puntuación.  En sus últimas obras también omitió las mayúsculas. El Nobel de Literatura dijo en una entrevista:

En el fondo, la puntuación es lo mismo que las señales blancas pintadas en las carreteras, que intentan impedir que el conductor tenga problemas pero, tal vez, si no existiera ningún tipo de señales, todo el mundo conduciría con mucho más cuidado. Eso es lo que quiero, que me lean con cuidado.

Cristo versus Arizona [1988], novela en forma de monólogo escrita por Camilo José Cela, tiene solo un punto en sus más de 200 páginas.

Mario Benedetti también renegó de los signos de puntuación en Testigo de uno mismo.

Los santos inocentes, de Miguel Delibes, fluye al ritmo de las comas pero solo se detiene ante un punto final.

«El último viaje del buque fantasma » es un cuento de García Márquez. Tiene un único punto y muchas comas. De modo similar, la novela El otoño del patriarca desafía la división en párrafos: casi 200 páginas sin punto y aparte.

Uno de los heterónimos del escritor argentino Carlos Warnes es César Bruto, cuyos textos buscan el humor a través de la transgresión de normas ortográficas y gramaticales.  Uno de sus textos, «Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que soy» abre la puerta para entrar a jugar en Rayuela, la novela de Cortázar:

Siempre que viene el tiempo fresco, o sea al medio del otonio, a mí me da la loca de pensar ideas de tipo eséntrico y esótico, como ser por egenplo que me gustaría venirme golondrina para agarrar y volar a los paíx adonde haiga calor, o ser hormiga para meterme bien adentro de una curva y comer los productos guardados en el verano o de ser una víbora como las del solojicO, que las tienen bien guardadas en una jaula de vidrio con calefación para que no se queden duras de frío, que es lo que les pasa a los pobres seres humanos que no pueden comprarse ropa con lo cara questá, ni pueden calentarse por la falta del querosén, la falta del carbón, la falta de plata, porque cuando uno anda con biyuya ensima puede entrar a cualquier boliche y mandarse una buena grapa que hay que ver lo que calienta, aunque no conbiene abusar, porque del abuso entra el visio y del visio la dejeneradés tanto del cuerpo como de las taras moral de cada cual, y cuando se viene abajo por la pendiente fatal de la falta de buena condupta en todo sentido, ya nadie ni nadies lo salva de acabar en el más espantoso tacho de basura del desprestijio humano, y nunca le van a dar una mano para sacarlo de adentro del fango enmundo entre el cual se rebuelca, ni mas ni meno que si fuera un cóndor que cuando joven supo correr y volar por la punta de las altas montanias, pero que al ser viejo cayó parabajo como bombardero en picada que le falia el motor moral. ¡Y ojalá que lo que estoy escribiendo le sirbalguno para que mire bien su comportamiento y que no searrepienta cuando es tarde y ya todo se haiga ido al corno por culpa suya!

¿Cuestión de estilo personal? ¿Rebeldía? ¿Complicidad con el lector? ¿Regreso a los inicios?

Ejercicios de estilo, Queneau

Se puede escribir 99 veces la misma historia. Lo demuestra el libro Ejercicios de estilo de Raymond Queneau (que pueden ver haciendo clic aquí). Una obra que resiste cualquier encasillamiento de género literario. Una obra deudora de las fugas de Bach, en las que a partir de un tema nimio proliferan las variaciones. El prólogo de Antonio Fernández Ferrer, una perlita.

Muchas de los «ejercicios de estilo» me recordaron a Cortázar por el lenguaje lúdico y la ironía. Aquí van algunos fragmentos de muestra:

Notaciones

En el S, a una hora de tráfico. Un tipo de unos veintiséis años, sombrero de fieltro con cordón en lugar de cinta, cuello muy largo como si se lo hubiesen estirado. La gente baja. El tipo en cuestión se enfada con un vecino. Le reprocha que lo empuje cada vez que pasa alguien. Tono llorón que se las da de duro. Al ver un sitio libre, se precipita sobre él.

Dos horas más tarde, lo encuentro en la plaza de Roma, delante de la estación de Saint-Lazare. Está con un compañero que le dice: «Deberías hacerte poner un botón más en el abrigo.» Le indica dónde (en el escote) y por qué.

 

Precisiones

A las 12 h. 17 m. en un autobús de la línea S, de 10 metros de largo, 2,10 de ancho y 3,50 de altura, a 3 km. 600 m. de su punto de partida, cargado con 48 personas, un individuo de sexo masculino, de 27 años, 3 meses y 8 días de edad, 1 m. 72 cm. de talla y 65 kg. de peso, que llevaba en la cabeza un sombrero de 17 cm. de alto cuya copa estaba rodeada por un cordón de 35 cm. de largo, interpela a un hombre de 48 años, 4 meses y 3 días de edad, 1 m. 68 cm. de talla y 77 kg. de peso, por medio de 14 palabras, cuya enunciación duró 5 segundos, alusivas a desplazamientos involuntarios de 15 a 20mm. Va enseguida a sentarse a unos 2 m. 10 cm. de allí.

 

Palabras compuestas

Yo me platautobusformaba comultitudinariamente en un espaciotiempo luteciomeridiano vecinando con un longuícolo mocoso fieltrosombrereado y cordonotrenzón. El cual altavoceó a un tipofulano: «Usted me empujaparece.» Tras eyacular estó, se sitiolibró vorazmente. En una espaciotemporalidad posterior, volví a vedo mientras se sanlazaroestacionaba con un X que le decía: «Deberías botonsuplementarte el abrigo.» Y le porquexplicaba el asunto.

 

Propaganda editorial

En su nueva novela, tratada con el talento que le caracteriza, el célebre novelista X, a quien debemos ya tantas obras maestras, se ha esmerado en presentar únicamente personajes muy matizados que se mueven en una atmósfera comprensible para todos, grandes y chicos. La intriga gira, pues, en torno al encuentro en un autobús del héroe de esta historia con un personaje bastante enigmático que se pelea con el primero que llega. En el episodio final, se ve a ese misterioso individuo escuchando con la mayor atención los consejos de un amigo, modelo de elegancia. El conjunto produce una sensación encantadora que el novelista X ha cincelado con notable fortuna.

 

Anglicismos

Un dei a middei, yo teiko el bus y yo sío un yungo manno con un greito necko y un hatto con una queinta leisa trenzados. De pronta este yungo manno bicoma creizsio y acciusa un respecteibol gentilmanno de tridarle los tosos. Luego este runó a un unoccupiado pleis.

A una leita auar lo sío aguein; ualkaba apo y dauno juma Seim Lasar steison. Un frendo le guivaba un advaiso sobre botton.

 

 

Queneau-ejercicios de estilo

¡Que lo disfruten!

Bésame mucho

Por Marina Menéndez

Filematología: ciencia que estudia los besos.

¿Suena extraño, no? La ciencia se ha ocupado de la química del amor y nos ha roto el corazón con el descubrimiento de que las mariposas en el estómago, la sensación de estar en las nubes, los latidos acelerados y todos esos lindos síntomas de estar enamorados  no son más que reacciones de nuestras hormonas y neurotransmisores. Tampoco es muy agradable saber que al besar intercambiamos unos dos millones de bacterias y 40.000 microorganismos en ese saliva-va-saliva-viene.

Etimología y distribución geográfica del beso

Me enteré de la existencia de la filemanía y la filematología gracias a una entrada de Maite Jiménez Pérez en su blog Classic Grand Tour.  Allí nos cuenta de la etimología de philema (beso en griego), osculum, basium y savium (en latín, beso en la mejilla, beso en los labios y beso de lengua respectivamente). El osculum es el beso amistoso, el del saludo entre personas cercanas, y se utiliza en la mayoría de los países europeos y americanos. Basium es el término latino que predominó y del que derivan beso en español, la bise (beso mejilla con mejilla sin contacto) en francés, bacio en italiano y beijo en portugués. En algunos países, se da un beso (como en América Latina); en otros, dos (uno en cada mejilla, como en Francia, en Italia y en España); y en algunos hasta tres o más (como en Bélgica y Rusia).

El beso del Hotel du Ville (1950). R. Doisneau

En Europa los franceses son los más propensos al beso y, como no podía ser de otra manera, la fotografía más famosa de un beso es francesa: «El beso del Hotel Le Ville» fue tomada en 1950 por Robert Doisneau. Irónicamente esta fotografía no fue conocida hasta la década del ochenta, cuando se convirtió en ícono del romanticismo francés. Hace algunos años, un coleccionista suizo pagó US$200.000 por la fotografía. Los franceses también son los que más diferencias tienen en la costumbre de besar según las regiones del país. El asunto es tan importante que hasta se ha realizado una encuesta para determinar cuántos besos es la costumbre en cada región <http://www.combiendebises.com> ¡Aprender las normas sociales del saludo con un beso en Francia es todo un desafío para los extranjeros! Quienes sepan francés, disfrutarán de este video:

Los antropólogos y etnólogos también han investigado el beso como ritual. Besarse implica ingresar en el espacio privado del otro y, algoaun más íntimo, el contacto físico. Por eso, la aceptación social del beso dependerá de las normas culturales de proxemia.

David, el gnomo. Beso esquimal

David, el gnomo. Beso esquimal

Como particularidad cultural, es famoso el beso esquimal, también conocido como beso malayo, que describieron Darwin y Malinowski. El beso con los labios o el frotamiento con la nariz ponen en juego todos los sentidos, especialmente el tacto y el olfato.

¿Saben cuál es la canción en español más cantada y más grabada? Una pista: la han interpretaron más de 140 cantantes y forma parte de la banda sonora de trece películas. ¿Todavía no la descubrieron? Va otra pista: las versiones más famosas en inglés son las de  The Beatles, Elvis Presley y Frank Sinatra. Sí,  «Bésame mucho», escrita por la mexicana Consuelo Velázquez hace más de setenta años.

Los besos de novela

Recuerdo de memoria un poema de Bécquer que dice «Sólo sé que no se oía/ más que el aliento/ que apresurado escapaba /del labio seco./ Sólo sé que nos volvimos/ los dos a un tiempo/ y nuestros ojos se hallaron/ y sonó un beso».  Hay besos robados y besos que se piden, como el de Valentín y Molina en El beso de la mujer araña (976), de nuestro Manuel Puig.

Hay besos tiernos, besos apasionados, besos tímidos, besos de película, besos de novela, besos de poesía… ¡Cómo no recordar el capítulo 7 de Rayuela!

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

Los besos de la vida

En Pigmalión y Galatea, los besos del rey artista, con la ayuda de Afrodita, dan vida a la estatua de marfil. «La bella durmiente» puede considerarse una recreación del mito de Ovidio, en el que un beso redime de la muerte. Efecto análogo tienen los besos en otros relatos infantiles, como «El príncipe sapo» y «La Bella y la Bestia».

Pigmalión y Galatea, c. 1890. Jean-Léon Gérôme

Pigmalión y Galatea, c. 1890. Jean-Léon Gérôme

Besos en la pintura. Besos en la escultura
El beso, c. 1000 a.C. Khajuraho, India

El beso, c. 1000 a.C. Khajuraho, India

El primer registro escrito de un beso aparece en textos sánscritos de la India, del 1500 a.C. Del siglo I a.C. data la estatuilla conocida como «El beso», encontrada en Khajuraho, India. Los templos eróticos de Khajuraho fueron construidos, según algunos antropólogos, para difundir el Kama Sutra y representan la idea de lo sensual -y lo sexual- como camino hacia lo espiritual, como conexión con lo divino.

Y la literatura nos lleva a las artes visuales, a esas imágenes y esculturas de besos que nuestra memoria retiene sin esfuerzo:

Mi preferido…

El beso (1882-1889). Auguste Rodin

El beso (1882-1889). Auguste Rodin

Una belleza dentro de otra belleza: El Beso, de Jean Paul Baptiste Bask, en el lago del Rosedal, Buenos Aires

El beso. J. P. Baptiste Gask

El beso. J. P. Baptiste Gask

De la Antigüedad clásica

Copa del beso. Briseis. Gracia. ca. 480 a.C.

Copa del beso. Briseis. Gracia. ca. 480 a.C.

Del neoclásico

Psique reanimada por el beso de Amor / El Amor de psique /El beso (1787-1793). Antonio Canova

Psique reanimada por el beso de Amor / El Amor de psique /El beso (1787-1793). Antonio Canova

Del romanticismo

Beso. Francisco Hayes

Beso. Francisco Hayes

Del expresionismo

El beso (1897). Edvard Munch

El beso (1897). Edvard Munch

Del cubismo

Beso. Picasso

Beso. Picasso

Del simbolismo

Der Kuss (1907-1908). Gustav Klimt

Der Kuss (1907-1908). Gustav Klimt

Del surrealismo

Los amantes (1928). René Magritte

Los amantes (1928). René Magritte

En Miraflores (Lima, Perú) se encuentra el Parque del Amor y allí, esta apasionada escueltura de Víctor Delfín:

victor-delfin__El beso-Parque del amor-miraflores-Peru

El Beso, Victor Delfín. Parque del Amor, Miraflores, Lima, Perú

Del arte pop

El beso (1964). Roy Lichtenstein

El beso (1964). Roy Lichtenstein

Como decía un conductor de la televisión argentina, hay que besarse más.

Lecturas imperdibles sobre el beso:

Montandon, Alain (2007) El beso. ¿Qué se esconde tras este gesto cotidiano?. Barcelona: Ed. Siruela.

Sandri, Piergiorgio (2008) «La química del beso», en La Vanguardia, 19 de octubre de 2012.

Exegi monumentum aere perennius

23 de abril: Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor

Una fecha simbólica ya que un 23 de abril  de 1616 fallecieron Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Sus obras siguen vivas y lo seguirán estando mientras haya lectores.

Gaturro. Nik

Gaturro. Nik

Exegi monumentum aere perennius.

[He construido un monumento más perenne que el bronce]

Horacio

Un libro es un objeto material, sí, el opus mechanicum del que hablaba Kant en 1798. El fetichismo y la esnobismo pueden llevar a comprar metros de estanterías con libros para decorar un estudio o una oficina. Materialismo vacuo. Por sobre todo, el libro es una obra intelectual (el objeto simbólico del que habla Pierre Bourdieu), algo inmaterial que no se puede destruir si perdura en la memoria de la gente. La memoria, precisamente, es el modo de salvar las obras de la destrucción organizada de los libros en Farenheit 451 de Ray Bradbury. Como obra intelectual, los libros está protegidos por  el derecho de autor, que también se recuerda el 23 de abril. En la transmisión, resguardo y difusión de las obras intelectuales intervienen editores, correctores, traductores y libreros, profesiones que aunque esenciales suelen permanecer invisibles en los créditos.

No concibo la vida sin libros. No imagino cómo sería mi vida sin los libros que me han hecho lo que soy. Probablemente, vería la vida de otra manera si no la hubiera visto a través de la mirada de Horacio y la Maga, de Rascolnikov, de Odiseo, de Antigona, de Poncia, de Galeano, de Woolf, de Bierce, de Maeterlick, de Huxley, de Orwell… y de muchos otros que me regalaron la posibilidad de un prisma entre las manos. Porque los libros que leemos nos hacen, son hilos de la trama de nuestra historia como individuos y como humanidad. Desde los cuentos infantiles (¡qué lindo es observar a los pequeños duendes con los ojos bien abiertos sumergirse en una historia de imágenes y palabras!), somos hechos por los libros. (Habría que pensar críticamente los estereotipos de los cuentos infantiles, ¿no les parece?). Los libros eliminan distancias físicas, religiosas, culturales, sociales.  Constituyen la primera y principal herramienta para la democratizacíon del pensamiento y del conocimiento y para la difusión y perduración del saber que el ser humano ha acumulado en su tenaz esfuerzo por comprender el mundo.  Los libros, en papel o digitales, abren los ojos, despiertan emociones, cavan túneles en el pensamiento, nos permiten vivir otras vidas y re-ver (ver con nueva mirada) la propia.  ¡Qué diminuta, desamparada e indigente sería la existencia sin los libros!

Y entre todos los libros, la literatura. Aquí, por gusto personal, descarto la tecnología. Como he dicho en otra parte, la literatura es un universo privado, poblado de voces, caminos furtivos, delicias al alcance de la mirada, territorios de arduo recorrido o placentera estancia, una cosmogonía que se expande y enriquece a medida que hacemos nuestro un nuevo texto. Un libro no es un libro; son muchas lecturas, muchas interpretaciones. Un libro tampoco es el mismo libro a lo largo de nuestra vida. Cada vez que abrimos el diálogo placentero y enriquecedor con las voces que perduran a través de tiempo y espacio, el sentido es diverso. Así como nadie se baña dos veces en el mismo río (Heráclito), «cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado, la connotación de las palabras es otra» (Borges, 1978).

Seguramente, a muchos de ustedes les sucedió como a mí descubrir o redescubrir un texto en un momento preciso de la vida y sentir que estaba escrito para nosotros, para ayudarnos a atravesar ciertas experiencias o desafíos. En el capítulo “El canto de Ulises”, de Si esto es un hombre(1947), Primo Levi recuerda cómo le recitaba pasajes de la Divina Comedia a su joven amigo Jean Samuel, a quien él llamaba Piccolo, en los campos de concentración de Auschwitzch. Sumergidos en el infierno nazi, sus almas se elevaban gracias a la literatura que les recordaba su humanidad. Hace unos años, Samuel escribió junto a Jean-Marc Dreyfus la obra Il m’appelait Pikolo en agradecimiento a quien le descubriera la voz de Dante. Los libros también salvan de la muerte…

Borges, J.L. (1978) «El Libro», en Borges oral. Buenos Aires: Emecé Editores.

Bourdieu, P. (2002[1966]) Campo de poder, campo intelectual. Buenos Aires: Montressor.

Kant, E. (1980[1798]) Metafísica de las costumbres. Madrid: Espasa-Calpe.

Libro recomendado:

Cavallo, G. y Chartier, R. (1997) Historia de la lectura en el mundo occidental. Madrid: Taurus.

Para tener en cuenta:

Biblioteca digital mundial

UNESCO. Memoria del Mundo. Programa de conservación del patrimonio documental del mundo.

Coloquio argentino de estudios sobre el libro y la edición. Actas

Las actas del Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición ya se encuentran disponibles en este enlace.

El encuentro estuvo organizado por el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET), el Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ, el Programa Cultura Escrita, Mundo Impreso, Campo Intelectual (CeMiCi) de la UNC, el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA y el Centro de Documentación y de Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina – Universidad Nacional de San Martín (CeDInCI / UNSAM).El comité organizaror estuvo integrado por José Luis de Diego, Leandro de Sagastizábal, Alejandro Dujovne, Margarita Pierini, Gustavo Sorá, Horacio Tarcus y Ana Wortman.

En las palabras de apertura, de Diego destacó el enfoque interdisciplinario de la edición («todos somos outsiders de alguna manera que se ocupan de un objeto ex-céntrico») y recordó el pensamiento de Pierre Bourdieu sobre la doble naturaleza del libro en tanto objeto cultural y producto comercial.

Estuve presente en el coloquio y por eso les recomiendo leer las actas. En otra entrada hablaré de la conferencia de la doctora Gisèle Sapiro y su enfoque sociológico del mercado editorial y la traducción.

 

Quizás también les interese:

de Diego, J. L. (dir.) (2006) Editores y políticas editoriales en Argentina: 1880-2000. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

de Sagastizábal, L. (1995) La edición de libros en Argentina. Una empresa de cultura. Buenos Aires: Eudeba.

de Sagastizábal, L. y Estévez Fros, S. (2002) El mundo de la edición de libros. Buenos Aires: Paidós.

Portada de EDITORES Y POLÍTICAS EDITORIALES EN ARGENTINA, 1880-2000

EDITORES Y POLÍTICAS EDITORIALES EN ARGENTINA, 1880-2000 José Luis de Diego (Director) Fondo de Cultura Económica

 

El Principito: numerología y error de traducción

Los traductores y los correctores a veces modifican el contenido del texto sobre el que están trabajando. Esta atribución no es de su incumbencia, para eso están los editores de contenido.

Marta Macho Stadler nos cuenta en su artículo “Las matemáticas de la literatura” que  un traductor al español de «El Principito» de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) modificó el original para corregir una supuesta errata (el tema fue tratado en un artículo del blog emulenews). El fragmento en cuestión pertenece al diálogo entre un hombre de negocios (del cuarto planeta) y el principito. Allí, en el original en francés, el hombre de negocios hace las siguientes sumas:

 3+2 = 5, 5+7 = 12, 12+3 = 15, 15+7 = 22, 22+6 = 28, 26+5 = 31

En una de las versiones en español, el traductor interpretó la última suma como errata y la cambió por 28+3 = 31. Hay tres razones para afirmar que el error es del traductor. Primero, el traductor, para asegurarse de que se trataba de una errata (error de imprenta), debería haber consultado otras ediciones del original en francés. En el caso de El Principito no se trata de una errata y no hay motivo para que el traductor haya modificado el original. En segundo lugar, el traductor no tuvo en cuenta el contexto en el que aparece el ‘error’: el hombre de negocios se queja de la intromisión del principito porque lo desconcentra de sus cuentas. En tercer lugar, Saint-Exupéry era un experto en matemáticas y «El Principito» está lleno de simbolismo matemático.

Aquí, el diálogo [el resaltado es mío]:

El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.

– ¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se ha apagado.

-Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días!

Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

-¿Quinientos millones de qué?

– ¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de… ya no sé… ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete…

– ¿Quinientos millones de qué? -volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.

El hombre de negocios levantó la cabeza:

-Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez… ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones…

– ¿Millones de qué?

El PrincipitoUna curiosidad:

El hombre de negocios hace 54 años que habita el planeta. Por reducción teosófica, 5+4=9

El hombre de negocios dice «Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno». Por reducción teosófica, 501.622.731 da 27, el número de capítulos de la obra:

5+0+1+6+2+2+7+3+1=27

Además si reducimos 27 a un solo dígito, nos queda 9.

Como comentario al margen, agrego que la traducción del título, Le Petit Prince en el original, también ha sido criticada. En “Saint-Exupéry. La vida como escritura”, Pedro Sorela sostiene que «No es El principito, cursi título que se impuso desde Argentina con la boba creencia de que el de los niños es un mundo en diminutivo, sino El pequeño príncipe».

Para un análisis del simbolismo matemático de El Principito, ver «Saint-Exupéry: ‘Pic de la Mirandole’ du XX siècle» (en francés) de Michel Brethenoux.

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