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Sexo y Género

En su columna de la Academia Dominicana de la Lengua, Guzmán Ariza señala que la palabra género se ha introducido en el discurso legislativo en reemplazo (innecesario e indebido) de la palabra «sexo» y sostiene que :

… se ha hecho común en todo el mundo hispanohablante usar indebidamente la palabra «género» en lugar de «sexo» para referirse a las particularidades que distinguen el macho y la hembra en la especie humana

El sexo, como bien aclara Guzmán Ariza, es una categoría biológica. Hasta allí estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, afirma más adelante que «género» es una «categoría gramatical» y, por tanto, sólo las palabras (y no todas) tienen género:

podemos decir que una persona es de «sexo» masculino o femenino, pero no que es de uno u otro «género»

En este punto disiento ya que género, en tanto concepto de la psicología posteriormente adoptado por el Análisis del Discurso (especialmente, por los llamados «estudios feministas»), tiene un contenido semántico distinto del de género como categoría gramatical.
El sexo, en tanto categoría biológica y fisiológica, está determinado desde antes del nacimiento por los cromosomas y se manifiesta (excepto en casos de malformaciones) en los genitales. Cuando la partera (ahora diríamos la ecografía) dice «macho» o «hembra«, está indicando el sexo de un bebé. Pero ningún bebé nace con género ya que lo femenino o masculino se construye a partir de diversos factores psicológicos, sociales y culturales que intervienen en la subjetividad.
Los géneros gramaticales, principalmente masculino y femenino (aunque hay lenguas cuya taxonomía genérica abarca más de una decena de categorías), son clasificaciones generalmente arbitrarias, tan arbitrarias como los roles sociales y culturales que históricamente se impusieron a cada sexo como si se tratara de mandatos de la naturaleza. Les rocomiendo la lectura del cuento «La autoridad» de Eduardo Galeano.
Quienes creen que la palabra «género» con este sentido es innecesaria esgrimen como uno de sus argumentos el hecho de que es un anglicismo. Sin embargo, el inglés toma «gender» del francés, que a su vez deriva del latín «genus»: la misma etimología de nuestro vocablo. Por tanto, la utilización de la palabra género no es un eufemismo vicario de lo ‘politicamente correcto’ sino un concepto con derecho propio desarrollado durante la segunda mitad del siglo pasado a partir de estudios seminales como El segundo sexo de Simone de Beauvoir y Sex and Temperament in Three Primitive Societies de la antropóloga Margaret Mead.
La lengua codifica la realidad; negar el uso de la palabra género implica una negación del concepto que ella entraña y, por tanto, una reducción de la realidad que percibimos. La opinión del diccioanrio Panhispánico de Dudas y de la Página del Idioma Español exhiben esa reducción (¿conservadora? ¿anacrónica?) con la que muchos no estamos de acuerdo:

La aplicación de género a personas está basada en un error de traducción del inglés gender, que en esa lengua sí se aplica a las diferencias entre varones y mujeres, diferencias que, por lo menos desde los latinos, pero probablemente desde tiempos prehistóricos, son denotadas por la palabra que en español conocemos como sexo. Género, aplicado a personas, es un calco semántico del inglés, impulsado por la manía estadounidense de lo políticamente correcto y elevado por la fuerza a la categoría de concepto sociológico.

De elcastellano.org

En su ponencia Aportes al Derecho desde la Teoría de los géneros, Susana Chiarotti hace un interesante recorrido por la historia del concepto de género, desde Penélope a Michael Jackson y Madonna pasando por la película Billy Eliott, para luego explicar su aplicación en las diversas ramas del Derecho.

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