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Analogías y metáforas para explicar matemáticas

Investigadores de la UNVM buscan en las capacidades pedagógicas de las metáforas la forma de hacer sencillo y divertido el aprendizaje de matemáticas. La hipótesis que fundamenta el trabajo establece que tanto las analogías como las metáforas son herramientas poderosas a nivel cognitivo y pedagógico, ya que son parte de la cotidianeidad humana. Los procesos de metaforización implican mecanismos de abstracción y conceptualización. De esta manera, campos disciplinares que se creían separados convergen en este proyecto original en Argentina.

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Sentido de la expresión «che» en Argentina

Decir «che» es una marca inconfundible de argentinidad. La asiduidad con que la utilizaba Ernesto Guevara la convirtió en el apodo con el que hoy se lo conoce en todo el mundo. «Che» es una de las muchas palabras tomadas de las lenguas autóctonas que han enriquecido el idioma del conquistador incorporando parte de la cosmovisión de los pueblos originarios. Según la versión más difundida, la palabra «che» nos llega de la lengua de los mapuches, pueblo indígena cuya denominación significa «gente de la tierra» (mapa=tierra y che=gente/persona). Paradójicamente, es por el derecho a su ‘tierra’ que este pueblo ha luchado durante siglos, convirtiéndose en «la gente sin tierra». Hace poco tiempo, un conductor televisivo de Argentina, que ha recaudado millones jibarizando a su audiencia, habría comprado tierras donde habitan familias mapuches.
«¡Che, qué vergüenza!». No decimos «che» a cualquiera, sólo a aquellos con los que tenemos mucha confianza, especialmente los amigos, y generalmente lo acompañamos del nombre de la persona a quien nos dirijimos: «Che Alan, me das una mano», «¿Qué contás, che?». El uso del «che» como apelativo de confianza es asimilable a la marcada predilección por los vocativos cariñosos («terms of endearment» como se llaman en inglés) que caracteriza a nuestro idioma. En muchas situaciones de nuestra vida social nos dirijimos al otro -con mayor frecuencia, una mujer- con expresiones que en las culturas de otros idiomas serían interpretadas como inapropiadas y hasta intolerablemente insolentes en el diálogo entre personas que no tienen una relación cercana: corazón, reina, cielo, gordita, mi vida, tesoro, chiquita, dulce, etc.
Como sucede con estos vocativos cariñosos, la elección del «che» para dirigirse a otra persona está supeditada a sutiles – y generalmente inconscientes- criterios de adecuación definidos principalmente por los roles de los participantes en la conversación. En Argentina, el «che» va siempre acompañado del voseo.

Sexo y Género

En su columna de la Academia Dominicana de la Lengua, Guzmán Ariza señala que la palabra género se ha introducido en el discurso legislativo en reemplazo (innecesario e indebido) de la palabra «sexo» y sostiene que :

… se ha hecho común en todo el mundo hispanohablante usar indebidamente la palabra «género» en lugar de «sexo» para referirse a las particularidades que distinguen el macho y la hembra en la especie humana

El sexo, como bien aclara Guzmán Ariza, es una categoría biológica. Hasta allí estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, afirma más adelante que «género» es una «categoría gramatical» y, por tanto, sólo las palabras (y no todas) tienen género:

podemos decir que una persona es de «sexo» masculino o femenino, pero no que es de uno u otro «género»

En este punto disiento ya que género, en tanto concepto de la psicología posteriormente adoptado por el Análisis del Discurso (especialmente, por los llamados «estudios feministas»), tiene un contenido semántico distinto del de género como categoría gramatical.
El sexo, en tanto categoría biológica y fisiológica, está determinado desde antes del nacimiento por los cromosomas y se manifiesta (excepto en casos de malformaciones) en los genitales. Cuando la partera (ahora diríamos la ecografía) dice «macho» o «hembra«, está indicando el sexo de un bebé. Pero ningún bebé nace con género ya que lo femenino o masculino se construye a partir de diversos factores psicológicos, sociales y culturales que intervienen en la subjetividad.
Los géneros gramaticales, principalmente masculino y femenino (aunque hay lenguas cuya taxonomía genérica abarca más de una decena de categorías), son clasificaciones generalmente arbitrarias, tan arbitrarias como los roles sociales y culturales que históricamente se impusieron a cada sexo como si se tratara de mandatos de la naturaleza. Les rocomiendo la lectura del cuento «La autoridad» de Eduardo Galeano.
Quienes creen que la palabra «género» con este sentido es innecesaria esgrimen como uno de sus argumentos el hecho de que es un anglicismo. Sin embargo, el inglés toma «gender» del francés, que a su vez deriva del latín «genus»: la misma etimología de nuestro vocablo. Por tanto, la utilización de la palabra género no es un eufemismo vicario de lo ‘politicamente correcto’ sino un concepto con derecho propio desarrollado durante la segunda mitad del siglo pasado a partir de estudios seminales como El segundo sexo de Simone de Beauvoir y Sex and Temperament in Three Primitive Societies de la antropóloga Margaret Mead.
La lengua codifica la realidad; negar el uso de la palabra género implica una negación del concepto que ella entraña y, por tanto, una reducción de la realidad que percibimos. La opinión del diccioanrio Panhispánico de Dudas y de la Página del Idioma Español exhiben esa reducción (¿conservadora? ¿anacrónica?) con la que muchos no estamos de acuerdo:

La aplicación de género a personas está basada en un error de traducción del inglés gender, que en esa lengua sí se aplica a las diferencias entre varones y mujeres, diferencias que, por lo menos desde los latinos, pero probablemente desde tiempos prehistóricos, son denotadas por la palabra que en español conocemos como sexo. Género, aplicado a personas, es un calco semántico del inglés, impulsado por la manía estadounidense de lo políticamente correcto y elevado por la fuerza a la categoría de concepto sociológico.

De elcastellano.org

En su ponencia Aportes al Derecho desde la Teoría de los géneros, Susana Chiarotti hace un interesante recorrido por la historia del concepto de género, desde Penélope a Michael Jackson y Madonna pasando por la película Billy Eliott, para luego explicar su aplicación en las diversas ramas del Derecho.

La lengua como estrategia política

La lengua es parte de la identidad de una persona, de un grupo, de un pueblo, de una cultura. Lo saben los adolescentes cuando hacen de ciertas palabras (neologismos, muchas veces) un código privado y diferencial. Lo saben los políticos – o más bien sus asesores- cuando planifican sus discursos. Los discursos en el ágora popular de un espacio público está en retroceso en Argentina. La Plaza de Mayo ya no es el lugar donde los ciudadanos van a escuchar (escuchar, no oir) las ideas de sus representantes. Ricardo Alfonsín, primer presidente electo tras la dictadura, invocaba en sus discursos, unificando diferencias partidarias, a los «argentinos de mi patria». La democracia, como un mundial de fútbol, nos recordaba que antes que simpatizantes de un facción política somos todos ciudadanos de Argentina. Los discursos de Perón excluían a quienes no fueran sus «compañeros». Un tal Carlos de Anillaco construyó un discurso casi mesiánico al invocar a los «hermanos y hermanas» de su patria. Cristina Fernández, quien además habla de sí misma en tercera persona (esta Presidenta, la Presidenta, etc.)- retoma la oratoria peronista al invocar a

Compañeros; hermanos y hermanas: muchas gracias, compañeros, compañeras, hermanos y hermanas
Quiero amigos y amigas, compañeros y compañeras, en esta tarde, en la cual nos hemos desbordado en la cantidad de compañeros, amigos, que hoy nos hemos encontrado aquí, reflexionar con todos ustedes, junto al resto de los argentinos.

Discurso de la presidenta en mayo de 2008 en ocasión del paro agrario.

Leer:
discurso de asunción como presidenta
Análisis del discurso de asunción
Todos los discursos de Cristina Fernández. Actualización 2012: Lamentablemente, este enlace <http://blogs.perfil.com/presidencial/&gt; ya no funciona y el blog al que remitía ha desaparecido.

Nombrar al otro, al opositor, en los discursos políticos es una estrategia retórica. Lodares, en el siguiente artículo aparecido en la página del castellano, analizaba el «plebeyismo lingüístico» en el discurso de los federales y de Perón. Les dejo un fragmento:

El particularismo lingüístico rioplatense

Por Juan Ramón Lodares

El 24 de febrero de 1946, Juan Domingo Perón obtuvo un rotundo triunfo en las urnas. El 56 por ciento de los electores votó su candidatura presidencial. En los mítines, Perón no trataba a los adversarios políticos de tontos y desgraciados, que hubiera sido lo razonable, sino de pastenacas y chantapufis, o sea, lo mismo dicho en alguna de esas jergas porteñas tan comunes entonces.

Los opositores políticos eran unos contreras y quienes apoyaban al peronismo, los grasas. Fórmulas de indudable éxito que entonces te podían llevar a la Casa Rosada. Los peronistas veían en ellas la expresión popular, desgarrada y arrogante de un líder al estilo de los viejos caudillos criollos. A poco de ganar las elecciones, en la paredes de Buenos Aires aparecían pintadas como «Le ganamo a lo dotore». Los doctores eran, como puede suponerse, gente poco peronista y poco amiga de la grasa.

En sí misma, la oratoria peronista no era nueva. Seguía una tradición muy antigua y muy arraigada en el Plata, una especie de plebeyismo lingüístico que consistía en ganarse la voluntad de las masas procurando hablar como hablaban ellas. Había algo de artificio en el procedimiento, pero era útil. El peronismo debió su éxito propagandístico a estos particulares usos (en la parte que le corresponde). Igual que en la campaña presidencial de Eisenhower, en 1952, se ganaban las presidenciales con el lema «I like Ike», en la Argentina de los años cuarenta, un chantapufi o una tratativa (negociación) bien puestos le venían muy bien al político populista.

En esto, no habían cambiado mucho las costumbres argentinas típicas del siglo XIX. Sarmiento describe así el país: «Había, antes de 1810, en la República Argentina dos sociedades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas: una, española, europea, culta, y la otra bárbara, americana, casi indígena; y la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras distintas de ser de un pueblo se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen y, después de largos años de luchas, la una absorbiese a la otra». La primera sociedad solía integrar el partido unitario y la segunda, el federal. El unitario se distinguía por sus modales finos, su comportamiento ceremonioso, sus ademanes pomposamente cultos y su lenguaje altisonante y lleno de expresiones librescas. Para los unitarios, los federales eran unos gauchos o jiferos, o sea, unos bárbaros. Para los federales, los unitarios eran unos cajetillas, o sea, unos afeminados.

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Gugleando el tergopol, el liqui, la terma y el termo

Algunas palabras tienen la peculiaridad del anonimato etimológico, alrededor del cual se tejen diversas leyendas urbanas.
Sabemos que algunos neologismos surgen a partir de marcas comerciales; las marcas suelen desaparecen del mercado pero legan su aporte al léxico. Quizás se deba a que las marcas «suenan bien». Esto no sería casualidad ya que las empresas invierten sus dinerillos en estudios de mercado para hallar una combinación de sonidos agradable, fácil de pronunciar y que describa al producto (a no ser que se trate de marcas derivadas de apellidos; un acto egolátrico de algunos inventores). Sin embargo, las estrategias de marketing no siempre son aplicables en cualquier lugar. A veces, al extender sus mercados a otras lenguas, las empresas se encuentran con que su flamante marca comercial tiene connotaciones nada ventajosas para las ventas… ¿Ejemplos? Lean esto.

Volviendo al tema de marcas que se convirtieron en genéricos o desplazaron al nombre común, veamos algunos ejemplos:

birome [lapicera, pluma]: tan argentina como el dulce de leche, debe su nombre a Biro, su inventor.

celofán: marca con la que se empezó a comercializar este polímero derivado de la «celulosa».

chicle: [goma de mascar] por la marca Chiclets (!Sí, esos crocantes que venían en caja amarilla!)

cinta Scotch: [cinta adhesiva] por la marca Scotch.

cuáquer: [avena arrollada] por la marca Quaker, que a su vez se relaciona con los «cuáqueros» (religión)

curita: [tiritas, apósitos] este invento de Earle Dickson que comercializó Johnson & Johnson se comercializó en Latinamérica bajo la marca «Curitas», que nos remite al verbo ‘curar’.

gillette: [hoja de afeitar] por el apellido del fundador de la empresa que las comercializó.

jacuzzi [bañera/tina de hidromasaje] por su inventor, un tal Jacuzzi (algunos dicen que, en realidad, fueron dos hermanos)

ketchup: el «quechu» sale de una modificación que hace Henry John Heinz a una salsa cantonesa a base de pescado.

maizena/maicena: [fécula o almidón de maiz] una marca que jugó con el nombre de la materia prima (maiz) y dio un lindo resultado.

nylon/nailon: según parece, es una combinación de las iniciales de New York y de la primera sílaba de la capital inglesa.

plasticola y boligoma (más moderna): [goma de pegar.]

plastilina (plasticina en Chile): [masa arcillosa para modelar] de la marca inglesa Plasticine, un derivado de plastic.

royal: [polvo leudante] la coronita del rey antes estaba estampada en una latita, ahora creo que sólo viene en sobres. Se ha castellanizado al pronunciación.

rimmel: [máscara para pestañas] por la marca Rimmel

savora: marca comercial de la mostaza.

teflón:[resinas de fluoropolimero] marca registrada de Du Pont

terma: es una bebida sin alcohol y a base de hierbas que comercializa una empresa argentina.
Aquí la página de la empresa.

termo: por la marca Thermos, invento inglés, que sugiere ‘calor’ por su asociación con palabras que derivan del griego ‘thermo’ (=calor).

velcro [tela de abrojo] del francés ‘velours’, terciopelo, y ‘crochet’, gancho. Cuando yo era chica, usaba zapatillas con ‘abrojo’…

Aquí les dejo el enlace a la página de Wikipedia que habla de las marcas que se convirtieron en genéricos.

Palabras que derivan de marcas comerciales y que están incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).

Cabe señalar que las palabras que derivan de nombres propios se denominan epónimos. Por ejemplo:

  • boicot: de Charles Boycott
  • condón: de Conton o Condon, el primer médico que fabricó preservativos a partirde intestinos disecados de animales
  • guillotina: de Guillotin
  • linchar: de William Lynch
  • nicotina: de Jacques Nicot, quien introdujo el tabaco en Francia en 1560
  • sadismo: del Marqués de Sade

Algunas palabras son más misteriosas que otras. Creo que el «telgopor/tergopol» es la reina de las misteriosas y la que más variantes presenta en distintos países. Lo que en Argentina conocemos como tergopol (ese material poroso, liviano y blanco que se usa para amortiguación en los embalajes de muchos electrodomésticos) es «poliestireno expandido». En inglés se lo conoce por styrofoam. En otros países:

# Bolivia: Plastoformo.
# Brasil: Isopor.
# Colombia: Icopor, por su fabricante, Industria Colombiana de Porosos.
# Costa Rica: Estereofón, probablemente derivado del nombre comercial en inglés «Styrofoam», registrado por la Dow Chemical.
# Chile: Generalmente se le dice Plumavit; aunque en ciertos lugares (especialmente en el área de la construcción) se le dice Aislapol, ya que ésta es la fabricante de poliestireno más antiguo de Chile.
# Ecuador: Espuma-flex.
# El Salvador: «Durapax».
# España: Porespan, porexpan, poliexpan o corcho blanco.
# Guatemala: Duropor o duroport.
# México: Unicel o «Frigolit», por la empresa fabricante del mismo nombre.
# Nicaragua: Poroplás
# Perú: Tecnopor.
# Uruguay: Espuma plast.
# Venezuela: Anime.

En un blog alguien comentó que:

Hulitego fabricaba y comercializaba distintos artículos, muchos de los cuales llegaban a su nombre comercial mediante la anteposición de la sigla «telgo».
Si bien no puedo asegurarlo 100%, me atrevería a decir que la palabra telgopor proviene de la conjunción dos palabras: «Telgo» y «Styropor» (Styropor: Marca de la materia prima con que Hulitego fabricaba el poliestireno expandido)

La sigla «telgo» pero no aparece en internet… traten de «googlearla». He aquí una polémica (y lío legal) que recién comienza. ¿Más info sobre este tema?
Noticia en Clarín, 2006
Marcas que mueren de éxito por Carlos G. Abajo

«¿Me pasás el liqui?» Mis alumnos de secundaria no usan líquido corrector… ¿estarán inventando un futuro neologismo?

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